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La ola y la roca





                   Hubo una vez una ola y una roca.
          La ola se acercaba dulcemente día a día a la roca besando su costado. 
           Un día la roca le dijo a la ola.¿Porque vienes cada día si sabes 
           que tus cariños no hacen mella en mí?,¿No ves que soy una roca?. 
           Y la ola ensortijando de blanco su espuma le contestó: "Porque te amo".
           Día tras día la ola se acercaba a la roca sin recibir nada a cambio.
           Pero cada día la ola era más débil y sutil en su acercamiento. 
           Un día la ola no vino, y la roca preguntó al mar :
           ¿Dónde está  la ola que me ama?, y el mar le contestó: 
           "Murió de pena por no recibir nunca nada a cambio de su amor" 
           Y la roca contestó:"Como que no le dí nada, mira mi costado, y 
          el mar contempló un gran boquete en el costado de la roca
          donde día a día le había acariciado la ola.
          Y el mar tristemente respondió: "Ella nunca lo supo."






El armario vacio


EL ARMARIO VACIO



Y abrí el armario lleno de recuerdos
Y olvidé sus cartas y olvidé sus fotos
olvidé sus besos, también sus abrazos
olvidé aquel, su único regalo
Y  olvidé sus frases de amor, que ahora ha olvidado
olvidé su rostro siempre bien amado
olvidé su nombre nunca más pronunciado
Y una vez vacío ya todo mi armario 
Lloré con amargura por todo lo olvidado.

La soledad y la rosa






Iba un viajero por un camino cuando vio a un hombre subido a un puente mirando el fondo del agua. 
El viajero echó a correr hacia el hombre y sujetándolo de la chaqueta lo hizo bajar, el hombre se sentó entonces en el puente de piedra y el viajero preguntó: Hombre de Dios, que le pasó por la cabeza… Y el hombre contestó :”fue la soledad”. 
El viajero que conocía al hombre, sabía que estaba casado, tenía 3 hermosas hijas, era conocido por el lugar y estaba considerado como un buen trabajador. 
En viajero le dijo: “¿la soledad?”, soledad la mía que no tengo a nadie en este mundo. Entonces el hombre comenzó a contar: “Esta mañana me ocurrió algo hermoso, fui a contarlo a mis hijas pero no tenían tiempo, fui a contarlo a mi esposa, me puso un café en la mano y se fue a hacer la compra. Salí a la calle, encontré un amigo que me contó lo triste de su vida, cuando fui a hablarle me dijo que tenía prisa. Después encontré otro que me contó lo bien que le iba la vida, cuando fui a hablarle me dijo que tenía prisa. Luego saludé a un compañero de trabajo que aunque nunca te cuenta nada de su vida, tampoco le importa nada de la mía. 
Y así de hombre a hombre, de amigo en amigo llegué a este puente, y me subí a él, en un acto de desesperanza. El viajero dijo al hombre: “Yo no tengo prisa, nadie me espera, y me interesa tu historia, ¿qué te pasó esta mañana tan hermoso que te haya hecho pensar en esta lamentable decisión? 
Y el hombre sacando un móvil y buscando en él una fotografía le dijo: “Mira después de muchos meses de frío por fin se abrió la primera rosa de mi rosal.”
La soledad no siempre es estar solo.